Descripción
Para explicar como hice esta foto, quizás debería remontarme a finales de los 80, cuando yo era un jovencito con ganas de comerme el mundo. En esa época empecé a trabajar en el Diari de Barcelona, allí coincidí con varios fotógrafos, pero había uno que especialmente me llamaba la atención, un hombre tranquilo en ese mundo de locos, sensible y amable al mismo tiempo que divertido.
Un día a mi me encargaron unas fotos en el Barrio de La Mina y a él lo mandaban al campo de futbol, yo me veía incapaz de hacer buenas fotos en un tema tan social, así que nos cambiamos los trabajos. Recuerdo sus fotos, lo que transmitían, esa belleza en aquellos lugares. Pensé que aquellas fotos eran obras de arte.
Muchos años después yo vivía en Asia, que decidí volar a Manila para ver como vivía la gente en el Cementerio Norte. Allí existe otra ciudad dentro de los muros del cementerio, sus pequeños comercios, gente viviendo en nichos lo mismo que fuese un pequeño apartamento. Estuve unos días y decidí simplemente conocer y entablar amistad con las personas, tal y como me había enseñado aquel fotógrafo con el que había trabajado años antes, así que regresé a casa pero con la idea de volver en poco tiempo y pasar unas semanas con ellos.
Y así lo hice, al poco tiempo regresé a Manila y estuve con aquellas personas casi tres semanas, entable amistad con ellos, jugué al Hula-Hop con los niños, reí e incluso lloré con alguna de las historias que me contaban, con esa vida que les había llevado a ese mundo.
Cecile era una niña de siete años, que vive su día a día casi igual que los otros niños del mundo, su madre la baña por la mañana antes de ponerle su uniforme escolar con la única diferencia que ellas lo hacen entre tumbas, me gustaba jugar con ella, siempre conseguía a que riese a carcajadas.
Pero hay una cosa cierta, cuando hacia ese trabajo en blanco y negro recordaba aquel fotógrafo del que tanto aprendí, pero me enseño mas que fotografía a ser un poco mas humano detrás de la cámara.
Una vez en la presentación de un libro de ese fotógrafo, él decía que ver películas de por ejemplo Ingmar Bergman, escuchar a Chopin hacia que las personas fuésemos mas sensibles. Yo levanté la mano y le dije que por mas películas y música que escuchásemos, jamás tendríamos su sensibilidad, él sonrió.
Me imagino que a estas alturas ya saben de quien estoy hablando claro, de mi amigo, mi maestro, mi padre fotográfico: Juan Guerrero.
Gracias Juan